Mi enfado es gigante,
mi enfado está escondido,
encerrado detrás de capas de falsa delicadeza,
mi enfado es con la humanidad entera.

Mi enfado es sobre mi incapacidad,
sobre mi torpeza, sobre mi vagancia, sobre mi… inutilidad.

Mi enfado es conmigo, con el Universo entero, es con Dios, …también con él.

¿Que cómo es mi enfado?
Mi enfado es gigante,
es grande como el Universo, es infinito, se estira,
se ensancha, es elástico, es fuerte, envolvente,
es como una maza, como un ciclón,
es un tsunami arrasando ciudades enteras.

Mi enfado es la tristeza, por la falta de cariño,
por sentir que nunca nadie me quiso.
Paredes y más paredes invisibles de lejanía,
de quédate tu ahí y yo aquí sola, así no me harás daño.

Mi enfado construye muros de cristal irrompible
añorando tanto la cercanía, tanto, como la teme.

Mi enfado tiene miedo a acercarse, a ser vulnerable,
a rendirse, a dejarse querer, porque le han contado
que eso está prohibido, que eso es doloroso,
que ahí, hay …¡peligro!.