Querido otoño,
que llegas anunciado por la
excitante metamorfosis de la naturaleza,
el mar se torna ahora color plata a tu paso,
las gaviotas que regresan para adornar el paisaje marino
disfrutan de la solitaria arena antes poblada,
ahora cálidamente mojada.
Un juego de nubes en lo alto,
con sus formas y colores,
dibujan un nuevo amanecer cada día,
se respira una brisa húmeda
que va limpiando por fuera y por dentro,
las primeras gotas de lluvia
resbalan por el cristal de la ventana
dejando atrás el polvo seco del verano.
Una bruma espesa que abruma en lo más profundo,
trayendo la paz anhelada, la sobriedad,
el sosiego necesario.
En las calles, miradas cómplices con sabor a otoño,
a tardes cortas,
por las esquinas,
asoma el aroma de las castañas asadas,
los rayos de sol se cuelan allá por donde pueden
regalándonos esa mágica luz que solo octubre nos brinda.